Textos de Sri Aurobindo
Extracto de Conversaciones 1929-31 de Madre

   Conversaciones 1929-31
   
   Una pequeña muestra de estas conversaciones de este primer volumen.
   
   
   19 de mayo de 1929
   
   
   ¿Cuál es la naturaleza del poder que el pensamiento posee? ¿Cómo y hasta qué punto soy el creador de mi mundo?
   
   Según la enseñanza budista, todo hombre vive y se mueve en su mundo particular, totalmente independiente de los mundos en los que viven los demás. Solamente cuando se establece cierta armonía entre estos diferentes mundos, les es posible interpenetrarse; y entonces los hombres pueden encontrarse verdaderamente y comprenderse uno al otro. Eso es verdad para el mental, puesto que cada uno se mueve en su propio mundo mental, construido con los pensamientos que ha hecho suyos. Y eso es tan verdadero que, siempre, cuando se dice una cosa, cada uno la comprende de una forma diferente según su formación mental; en efecto, lo que cada uno capta no es lo que se ha dicho, sino lo que ya está en su cabeza. Sin embargo, esta verdad no pertenece más que a los movimientos del plano mental y sólo se aplica allí.
    Puesto que la mente es un instrumento de acción y de formación, no un instrumento de conocimiento; en cada momento crea formas. Los pensamientos son formas y tienen una vida individual independiente de su autor; enviados por éste a través del mundo, evolucionan hacia la realización de su razón de ser. Cuando piensas en alguien tus pensamientos toman una forma y van a encontrarla; y si has asociado tu pensamiento a una voluntad que la apoye, la forma-pensamiento hace un esfuerzo por realizarse. Pongamos un ejemplo: tienes un gran deseo de que cierta persona venga a verte y, al impulso vital del deseo, le acompaña la forma mental que has hecho; imaginas: «Si viene, pasará esto o aquello.» Después de algún tiempo te olvidas completamente del pensamiento y no sabes que, incluso después de que lo hayas olvidado, éste continúa existiendo y actuando. Pues existe siempre y su acción es independiente de ti. De hecho, te haría falta un gran poder para ser capaz de hacer que deje de realizar su trabajo. Está actuando en la atmósfera de la persona a quien se le ha enviado para crearle el deseo de venir. Y, admitiendo que haya en tu formación de pensamiento un poder de voluntad suficiente y que ésta sea una formación bien hecha, esto sucede al final. Pero entre la formación y su realización ha pasado cierto tiempo, y si durante este intervalo tu pensamiento ha estado ocupado en otras cosas, cuando se produce la realización del pensamiento que has olvidado, puede ser que ya no te acuerdes de que eras tú quien lo ha concebido; no sabes que has sido el instigador de su acción y la causa de lo que ha pasado. Sucede también muy a menudo que, cuando se presenta el resultado, has dejado de desearlo o, al menos, de concederle ninguna importancia.
    Hay hombres que tienen un poder muy fuerte de formación de este tipo, y siempre ven que sus formaciones se realizan; pero como su mente y su vital no están bien disciplinados, como su voluntad no tiene una única orientación, tan pronto quieren una cosa, tan pronto otra, y estas formaciones diferentes, y a veces opuestas, producen resultados que chocan y se contradicen. ¡Esa gente se sorprende de vivir en una confusión y en una desarmonía tan grande! No comprenden que son sus propios pensamientos, salidos de sus deseos, los que han construido alrededor de ellos las circunstancias que parecen incoherentes y contradictorias y que vuelven su vida casi insoportable.
    Este conocimiento tiene una gran importancia, si se da al mismo tiempo el secreto de hacer un buen uso de éste. La disciplina y el dominio de uno mismo son el secreto; el secreto es encontrar en uno mismo la fuente de la Verdad y este constante gobierno de la Voluntad Divina, que sólo puede dar a cada formación su pleno poder y su realización integral y armoniosa.
    En general, los hombres forman pensamientos sin saber cómo estas formaciones se mueven y actúan. Construidas en un estado de confusión y de ignorancia, entran en conflicto una con la otra, crean una sensación de tensión, de esfuerzo y de fatiga, y dan la impresión de que uno debe descubrir un camino a través de una multitud de obstáculos. Estas condiciones de ignorancia y de incoherencia producen una especie de disputa en la cual las formas más fuertes y las más duraderas vencen a las demás.
    Hay una cosa segura a propósito de la mente y de su forma de trabajar, es que uno sólo puede comprender lo que ya sabe en su ser interior. Te impresiona un libro, por lo que ya has experimentado profundamente dentro de ti. A menudo, cuando un hombre encuentra maravilloso un libro o una enseñanza, le escuchamos decir: «Eso es exactamente lo que sentía y sabía, pero no podía expresarlo tan bien y tan claramente como se expresa aquí». Cuando un libro de verdadero conocimiento cae en las manos de los hombres cada uno se descubre a sí mismo en el libro, y a cada nueva lectura hace nuevos descubrimientos que no había visto al principio; cada vez se abre delante de él un nuevo campo de conocimiento que hasta entonces se le había escapado. Esto es porque cada vez son tocados nuevos planos de conocimiento que esperaban en su subconsciente el poder de expresarse; ahora algún otro le ha dado la expresión y mucho mejor de lo que hubiera podido hacerlo uno mismo. Pero en cuanto encuentra la expresión la reconoce y siente que es la Verdad. El conocimiento que parece venir de fuera es solamente una ocasión de sacar a la superficie el conocimiento que estaba dentro de ti.
    La experiencia de la deformación de aquello que se ha dicho es muy frecuente y proviene de una fuente similar. Por ejemplo, se dice una cosa que está perfectamente clara; ¡pero es alucinante cómo se comprende! Cada uno ve alguna cosa diferente a lo que se quería decir, e incluso a veces, le da un sentido contrario al que tenía. Si quieres comprender verdaderamente y evitar esta clase de error, debes situarte detrás del sonido y del movimiento de las palabras y aprender a escuchar en silencio. Si escuchas en silencio, escuchas y comprendes correctamente; pero mientras que hay algo que se agita y hace ruido en tu cerebro, comprendes solamente lo que está en tu cabeza y no lo que se te dice.
   


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